La mujer que nunca tuvo miedo...

Hay personas que aprenden a vencer sus miedos. Personas que crecen entre sombras, que tropiezan con sus temores hasta que logran soltarlos. Y hay otras —muy pocas— que simplemente no nacieron con ellos. No porque sean mejores. No porque lo tengan todo resuelto. Sino porque vinieron a otra cosa. Nunca tuve miedo a la pobreza. Porque desde pequeña entendí que el valor no se mide en lo que tienes, sino en lo que das sin perderte. Que el alma rica no es la que acumula, sino la que sabe sembrar. Nunca le temí a la crítica. Porque nunca viví para encajar. Siempre fui distinta. Y aunque eso me hizo sentir sola muchas veces, había una voz dentro de mí que me decía: “Sigue caminando, aún si nadie lo entiende.” Nunca tuve miedo a enfermar. No porque no me doliera el cuerpo, sino porque sabía que podía sanarme. Porque mi cuerpo era mi espejo, no mi enemigo. Y cuando empezó a hablarme con dolor, supe que debía escucharlo con amor. Nunca temí perder el amor. Porque supe que no venimos a mendigar afecto, sino a recordar que somos amor. Y el que lo olvide, se irá. Y el que lo recuerde, se quedará. Y en ambos casos, estaré en paz. Nunca tuve miedo a envejecer. Porque cada año me vuelve más consciente, más aguda, más yo. Porque la belleza más peligrosa es la que viene con propósito. Y no, tampoco le temo a la muerte. Porque ya he muerto muchas veces en vida. He dejado morir versiones de mí que no servían, identidades prestadas, máscaras, caminos que no eran míos. Y cada vez que morí, renací más cerca de lo que vine a ser. No vine a superar el miedo. Vine a mostrar que se puede vivir sin él. Vine a recordar lo que el mundo olvidó: que fuimos creados con propósito, que dentro de nosotros hay una fuerza que no depende de lo externo, que la intuición es más sabia que la opinión, que la verdad interior es más fuerte que la costumbre colectiva. Si tú que estás leyendo esto has vivido con miedo… te entiendo. No todos nacemos igual. Pero yo vine a decirte que hay otro lugar. Un lugar más allá de la supervivencia. Donde no necesitas validarte, ni defenderte, ni disfrazarte. Un lugar donde no temes perder, porque ya sabes quién eres. Ese lugar existe. Yo lo he habitado desde siempre. Y hoy elijo abrir la puerta para que tú también llegues. No soy la más valiente. Tampoco la más fuerte. Solo soy un alma que vino a recordar sin miedo lo que muchas han venido a aprender con él. Y si tú también sientes que naciste para algo más grande… Quizás tú tampoco naciste para tener miedo.

5/31/20251 min read

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